Potencial Algodón Orgánico
En los últimos 20 años la producción de algodón orgánico creció de 5.507 ton/año (temporada 1996/97) a 118.000 ton/año (temporada 2015/16), vale decir a una tasa promedio de 14,19 %/año. La contribución de América Latina a la producción de algodón orgánico durante ese tiempo, sin embargo, se redujo de 671 a 381 ton/año, con lo que su contribución a la producción mundial bajó del 12,2 % a un casi insignificante 0,3 % (Producción de Algodón Orgánico en América Latina y Comparación con Producción Global, A. Grisar, Octubre 2018). Sin embargo no hay razones convincentes para que la producción de algodón orgánico no haya crecido en América Latina al mismo ritmo que ha crecido en el resto del mundo. Muchos países de la región han sido cultivadores y exportadores tradicionales de algodón, tienen excelentes condiciones climáticas y de suelos, cadenas textiles establecidas y sectores bien desarrollados de moda y confección. Además se tiene amplia experiencia en la región en el maquillaje de prendas con géneros e hilos importados de los EE.UU., especialmente en países de América Central.
A nivel global la competencia por los mercados de prendas y textiles del hogar ha ido en aumento en los últimos 20 años y ha llevado a empresas y países a situaciones críticas. La competencia básicamente fue una competencia por precios y esta competencia seriamente afectó la producción de algodón y de productos textiles en muchos países latinoamericanos. En miras a una recuperación de estos declives se presenta, sin embargo, la posibilidad de embarcarse en nichos de mercado, es decir concentrar sus esfuerzos en productos de características propias, productos que no pueden hacer todos y que especialmente no compiten prioritariamente por precios.
Productos de algodón orgánico presentan un tal nicho de mercado.
De acuerdo al Organic Cotton Market Report 2014 de Textile Exchange el consumo mundial de productos textiles hechos de algodón orgánico ha en la temporada 2013/14 crecido en un 67% con respecto a la temporada anterior y llegó entonces a ventas totales de 15,7 billones de dólares americanos.
El 31,5% de esto, es decir ventas por 4,9 billones de dólares americanos, correspondieron al mercado de los EE.UU., una cifra que realmente debiera llamar la atención de todas las empresas de la cadena de valor de América Central y América del Sur, tanto a agricultores algodoneros, como a desmotadoras, hilanderías, tintorerías, tejedurías y confeccionistas y muy especialmente a los sectores de diseño y moda de la región.
A pesar de que hay una cierta tendencia de producir prendas y productos del hogar en base a hilos y géneros de algodón orgánico importado (como ya se está ,por ejemplo, haciendo en Perú, en Colombia y en El Salvador), no cabe duda que los productores que puedan recurrir a materias primas locales, tendrán una tremenda ventaja competitiva.
Potencial y realidad
¿Que originó que América Latina no siguiera la tendencia mundial? Ciertamente podrán encontrarse explicaciones para ciertos países de que allí no se incrementaran los cultivos de algodón orgánico, no hay, sin embargo, razones convincentes de que esto haya sucedido en toda la región. Menos razones hay incluso para mantener que la tendencia del pasado no podrá ser revertida en el futuro.
El Dilema de América Latina – Hechos Preocupantes
Nicaragua cultivaba algodón en 200.000 hectáreas en los años setenta y cultiva solo en 2.000 hectáreas hoy en día.
En el Vale de Choluteca en Honduras se terminó con el cultivo de algodón porque las aguas del río Choluteca llevaba los pesticidas aplicados a los cultivos hasta su desembocadura en el Pacífico, donde causaban la muerte de los camarones en los allí ubicados criaderos. De hecho podría haberse evitado acabar con los cultivos de algodón al sencillamente convertirlos a orgánicos. Con eso no solo hubiesen sobrevivido los camerones sino que los criaderos se podrían además haber convertido en criaderos orgánicos, al alimentar los camerones con la semilla del algodón y así poder producir un camarón orgánico, para el cual se paga un buen sobreprecio sobre el convencional.
Hoy en día ya no se cultiva algodón en El Salvador, pequeño país en que se cultivaba algodón en 100.000 hectáreas en los años setenta.
En el mismo período la producción mexicana de algodón se redujo 500.000 a 150.000 hectáreas.
Una reducción similar del área de siembra se tuvo en Colombia: de 300.000 hectáreas en los años setenta a hoy en día 10.000 hectáreas.
Todos los edificios del centro de Medellín, segunda ciudad de Colombia y principal centro empresarial industrial del país, los edificios más altos eran en su tiempo de las grandes empresas textiles. Hoy en día esos edificios llevan como máximo aún el nombre de esas empresas. Las empresas mismas han pasado por serias crisis y han parcialmente desaparecido. Hoy en día se importa la gran parte de los requerimientos de prendas del país del Lejano Oriente e incluso el 60-70% de los requerimientos de algodón de las empresas textiles nacionales sobrevivientes son importados de los EE.UU.
52 años de guerra llevaron a Colombia a desconfianzas mutuas y una carencia casi absoluta de intercomunicación entre los integrantes de la cadena algodón/textil/confección. Se espera, sin embargo, que la paz presentará múltiples perspectivas de recuperar terreno perdido.
Muchos países de la región tenían y tienen un sector textil bien desarrollado y fuertes sectores de confección y moda, es decir condiciones muy favorables para fortalecer la cadena de valor en su totalidad. Esto, sin embargo, no está sucediendo, o solo muy parcialmente. Algunos países (por ejemplo México, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia) están, por el contrario, haciendo trabajos de maquila para marcas americanas en base a hilos y géneros provenientes de los EE.UU.
Tales esquemas (maquillaje) han surgido en base a los costos laborales inferiores en América Latina en comparación a los de los EE.UU. Además ventajas de tiempo de suministro (3 a 5 semanas con respecto al Lejano Oriente), aspecto que está adquiriendo más y más importancia en la comercialización de prendas, están llevando a las grandes marcas americanas, especialmente las del ‘fast fashion’, a recurrir a suministradores en su continente. Esto ha motivado, por ejemplo, a Honduras a la creación de su plan 20/20 dirigido a crear 200.000 nuevos puestos de trabajo en el sector textil hasta el año 2020, es decir más que duplicar su fuerza laboral en este sector, para convertirse en el país líder del sector textil en las Américas.
Hay que ver, sin embargo, que las ventajas de la vecindad (facilidad de comunicación y control, tiempos de suministro, costos laborales relativamente bajos) no solo aplican al maquillaje sino que igualmente a la producción de la fibra, al desmote, al hilado, el teñido y el tejido, por lo que no hay razón determinante que estos procesos no se lleven a cabo en los países de América Latina, especialmente en los países de condiciones favorables al cultivo de la fibra.
El cultivo de algodón orgánico requiere de más mano de obra que el cultivo de algodón convencional (ya que deshierbe y cosecha son normalmente hechos a mano). Como tenemos, por el otro lado, que los costos de la mano de obra son considerablemente más altos en los EE.UU. que en los países de América Latina, se esperaría que la producción de algodón orgánico sea mayor en Latinoamérica que en los EE.UU. Sin embargo la producción de algodón orgánico en la temporada 2016/17 de EE.UU. ha sido 4,2 veces mayor que la de toda América Latina!